Festivales de cine en Aragón, una mirada a la cultura

Apostar por generar arte es una oportunidad de oro para unir a todas aquellas personas que pueden y saben fabricar belleza y emociones, los festivales de cine son ese punto de encuentro donde los creadores son capaces de seguir soñando.

Aragón ha sido y sigue siendo un lugar de encuentro de cineastas y creadores de imágenes, habiendo tenido referencias muy importantes a lo largo de poco más de un siglo de cine. No es necesario nombrar a todos los que han sido y han estado en un momento de esta corta historia, lo que está muy claro es que el relevo generacional ha dado con lógicas fórmulas que están defendiendo y apoyando el cine en Aragón.

Los festivales como muestras, proyectan hacia la sociedad un halo de cultura que de vez en cuando y a lo largo del año, son capaces de hacer fluir en diferentes puntos, la emocionante química que tienen las cosas hechas con alma. Alma que sin saber cómo, converge en diferentes puntos de nuestra comunidad, salpicando de miradas desde el alto al bajo Aragón, pasando por los áridos Monegros, atravesando las Cinco Villas y apostando por el valle del Ebro y del Jalón.

Son muchas las poblaciones aragonesas que se han sumado a lo largo de los últimos veinte años a ser el horizonte de nuestras miradas, impregnadas de propuestas serias, con programaciones casi estables, que salpican de cultura a los pobladores interesados en creer que sus pueblos y ciudades son de cine, de verdad, creíble verdad entre el tópico y el sueño.

Hagamos fácil el camino a esta realidad llamada voluntad cultural

Un festival, una muestra, una semana, unas jornadas, todo es válido para dejar huella y comenzar a escribir la historia, esta que sin quererlo está siendo capaz de poner con letras mayúsculas, todos los nombres de los cineastas que año tras año se escriben en el libro de oro de los diferentes palmarés de cada uno de los festivales, al igual que sitúan en un mapa nada imaginario los municipios, esos que apuestan por defender la cultura como una muestra revolucionaria de todo y de todos, acercándose aún más si cabe, a la realidad de los más pequeños y jóvenes, aquellos que dentro de unos años serán los que organicen cada uno de los festivales.

No es importante el presupuesto, pero si el continente y el contenido. La seriedad que denotan las muestras que se organizan en Aragón, son ejemplo de talante y respeto por parte de otras comunidades autónomas y un claro símbolo de que juntos podemos, de que los sueños son posibles y de que el cine está vivo, al igual que nuestros pueblos y ciudades, que cada año invierten menos en cultura y más tiempo en divagar con proyectos astronómicos que pisotean los principios fundamentales de las personas.

Hagamos fácil el camino a esta realidad llamada voluntad cultural, a todas esas personas que desinteresadamente hacen de su pueblo o ciudad un ejemplo de cultura y son capaces de unirse, apoyarse, a veces consolarse y siempre respetarse.

Sigamos apostando por los Festivales de Cine, una mirada a la cultura.

“El mundo se derrumba  y nosotros nos enamoramos” Casablanca –  Michael Curtiz, 1942