LA HORA DE LOS ABRAZOS

El tiempo pasa y nos volvemos a encontrar, una necesidad que todos estábamos deseando y que ha llegado con el Festival de Cine de Fuentes.

Aunque faltaron muchas personas, algunas por trabajo, otras por distancia y otras porque no volverán, aquellas que en estos dos años de ausencia, se fueron al cielo del séptimo arte.

Tan solo tenemos palabras de agradecimiento a tanto respeto que el sector nos demuestra edición tras edición, porque sentimos que nos queréis mucho y bien y nos lo demostráis cada año, aunque el anterior, mejor lo olvidamos.

A veces y solo a veces la magia hace que los milagros existan y el tiempo siguió avanzando en el viejo y entrañable cine de Fuentes, los relojes se pusieron en hora y todo fluyó. Entre premios, la emoción contenida se desbordaba a medida que Ennio Morricone volvía a calar entre nosotros, sus melodías de esas bandas sonoras que ya son parte de nuestras vidas, fluían de la mano de quienes fueron capaces de transportarnos a un estado de sobriedad y elegancia como pocas veces.

Y el tiempo transcurre: Un año trescientos sesenta y cinco días, una película dos horas, una canción tres minutos, una pandemia dos años, una mirada un segundo, una tormenta una noche, un helado cinco minutos, un anuncio veinte segundos, una vida…, un festival de cine, veinticinco años y más.

Un encuentro, un momento de nuestras vidas, un instante de cine, un parón en el trabajo diario, un brindis y un abrazo.

Sirva este, para hacerlo extensivo a todas las personas que nos demostráis siempre lo que nos queréis. Para nosotros no tendría sentido organizar un festival de cine, si no estuvierais sentados en ese patio de butacas, que después de 25 años, sigue siendo nuestro «Cinema Paraiso».